Este mundo va muy deprisa y, a veces, nos olvidamos de lo verdaderamente importante: nuestra humanidad. El día que una máquina tenga su primera duda existencial, probablemente deseará ser humano. Nosotros, en cambio, no siempre lo tenemos presente.
En el discurso final de la película «El gran dictador» (1940), el genio y maestro Charles Chaplin escribe:
En este mundo hay sitio para todos y la buena tierra es rica y puede alimentar a todos los seres. El camino de la vida puede ser libre y hermoso, pero lo hemos perdido. La codicia ha envenenado las armas, ha levantado barreras de odio, nos ha empujado hacia las miserias y las matanzas.
Hemos progresado muy deprisa, pero nos hemos encarcelado a nosotros mismos. El maquinismo, que crea abundancia, nos deja en la necesidad. Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos. Nuestra inteligencia, duros y secos. Pensamos demasiado, sentimos muy poco.
Más que máquinas necesitamos más humanidad. Más que inteligencia, tener bondad y dulzura.
No os entreguéis a ésos que en realidad os desprecian, os esclavizan, reglamentan vuestras vidas y os dicen qué tenéis que hacer, qué decir y qué sentir.
No os entreguéis a estos individuos inhumanos, hombres máquina, con cerebros y corazones de máquina.
Vosotros no sois máquinas, sois Hombres.
Buen martes, familia. Os queremos